No contemplo marcar diferencias con la angina de pecho.
Quisiera tenerla presente como esos amigos que no ves desde la infancia pero sabes que nunca te fallarán.
Tampoco la deseo siempre conmigo como si compartiera casa y amigos.
Sólo poder llamarla cuando me apetezca y entablar una conversación fluida de tú a tú.
De esas que te aprietan el tórax y ponen en blanco los ojos, que la sientes como si fuera el último suspiro.
Durante un tiempo fue una relación muy dolorosa y decidí poner tierra de por medio.
Pero ya olvidados aquellos malos momentos he decidido recuperarla.
Quizás esta vez sea para siempre.